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Arquitectos: Jaime Inostroza
- Área: 7 m²
- Año: 2021
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Fotografías:Andrew Pielage
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Proveedores: Rothoblaas, AutoDesk, Lecker, Maderas Martini, Trimble
Descripción enviada por el equipo del proyecto. A solo siete minutos caminado desde el centro de Temuco se llega a la a entrada principal del cerro Ñielol por la calle Prat. Este eje vincula el pie de cerro y el otro borde de la ciudad, el rio Cautín. En Chile solo existen diecisiete monumentos naturales declarados y uno de ellos es el cerro Ñielol. El cerro Ñielol en su asenso, parte sutilmente por un camino serpenteante que va siguiendo las curvas de nivel de la topografía existente. Este sendero conformado por la densidad de sombra del follaje de arboles nativos se va iluminando repentinamente por rayos de luz, dejando al habitante en escorzo con ventanas de paisajes que miran la ciudad de Temuco.
Llegando a su cumbre en la cota 230, sobre el nivel mar la procesión arquitectónica se establece por una escalinata que da la medida y la distancia de llegar a la gran terraza, una horizontal en una cumbre. Al tener una horizontal en una cumbre ya se vuelve un hecho arquitectónico y la mirada queda elevada sobre el dominio del territorio, dando el tamaño, la escala y la magnitud del valle de la ciudad, configurando su identidad. Se establece la morfología de este valle, donde el vacío queda medido por el cerro Conunhueno que se enfrenta al cerro Ñielol, y en su parte inferior como una avenida de agua en diagonal, se logra atisbar el rio Cautín. ¿Entonces como poder construir una obra arquitectónica para habitar el acto de encumbrarse en un perfil aéreo y que logre enmarcar el paisaje de este territorio?
Volviendo a una identidad propia del habitar antiguo de Temuco, las casas antiguas poseían un Zaguán; una doble puerta antes de entrar a la intimidad del hogar. Este pequeño lugar a contra luz dejaba una puerta con un vidrio catedral; un velo de luz que dejaba vislumbrar sin descubrir un interior. Por lo tanto al caminar desde la calle el paso se atajaba vislumbrando una silueta de un interior. Esta observación del habitar antiguo de Temuco fue lo que se quiso rescatar.
Desde mi experiencia al construir y diseñar “El Refugio Atalaya” en Taliesin West (obra del arquitecto Frank Lloyd Wright), trato de explorar un principio en la arquitectura de como esta puede ser elevada, o suspendida y al mismo tiempo que la secuencia de llegadas, se vuelva una procesión arquitectónica donde la experiencia del habitante entre el lleno y el vacío queda cualificado por la luz. Esto conforma el lugar y el emplazamiento. El proyecto intento buscar una medida, una escala entre el cielo, el árbol y la plataforma existente.
El mirador anterior poseía ya una antigüedad de cuarenta años con evidentes deterioros estructurales. A partir del estudio estructural y arquitectónico se estableció recuperar y reforzar las bases extenientes de hormigón y conservar los cuatro pilares de ciprés existentes y a partir de eso conformar un nuevo cuerpo, utilizando madera de pino oregón. El proyecto en su parte superior es una renovación completa de la estructura del mirador que existía. Las uniones y los vínculos se utilizo tornillos estructurales de Rothoblaas.
Desde una base de cuatro metros por cuatro metros se establece una doble altura, que incorpora un puente como acceso principal. Este define un umbral de sombra a contra luz. Luego el visitante al caminar desde un espacio comprimido, se dilata el espacio y aparece la altura de la obra ; y la vista mide. En su primer nivel con una ventana continua inferior permite al visitante sentarse y contemplar la ciudad, desde su geografía aérea. Esta altura queda cualificada por el brise soleil de madera, que como unos velos de luz dejan entre ver sin descubrir el follaje del paisaje del bosque nativo del lugar. Luego para el segundo nivel se vincula por medio de la escalera que pasa hacer un elemento arquitectónico desde un interior hacia un exterior, rematando en un el balcón superior, que conforma el segundo nivel. El habitante ahora queda encumbrado en el perfil aéreo de la cumbre.
Al comentarle este pequeño proyecto a Fernando Pérez Oyarzun me menciono que Alberto Cruz hablaba de “La Altura y la Altitud”. De cierta manera el proyecto construye una nueva altitud para la ciudad de Temuco y se vuelve un espacio urbano de encuentro y un regalo para el habitante. Como dijo Frank Lloyd Wright en su libro, El Futuro de la Arquitectura: “Si la cosa tiene éxito (el esfuerzo del arquitecto) no puedes imaginar esa casa o esa obra en ningún otro lugar que no sea justo donde está. Es una gracia a su entorno en el lugar, en vez de deshonrarlo". El proyecto se convirtió en un regalo para el lugar.